Los chinitos de la casa de al lado
Adaptación de un cuento de Pearl S. Buck

Cuatro niños miran el sol que va escondiéndose detrás de la montaña. Se acerca la hora de ir a dormir. Van vestidos de colores diferentes. El pijama de Pedro es amarillo, porque le gusta este color. El de Miguel es verde. David lo lleva de color azul. Y Julia de color rosa.
Contemplan por la ventana cómo se oculta el astro, que parece una naranja brillante y muy grande.
- ¿Dónde va el sol ahora?, pregunta David.
- A la China, contesta la madre.
- ¿Y qué es la China?
- La China es un país muy grande, donde vive mucha gente, más que aquí. Cuando yo era pequeñita vivía en China.

Los cuatro niños pidieron a su madre que les contara cosa de China.
- Me acuerdo que me gustaba también mirar la puesta de sol como vosotros, y mi madre me decía que el sol se iba para iluminar la otra parte de la Tierra. Ahora los chinos están a punto de levantarse y vosotros estáis a punto de ir a dormir. Mientras el sol está con nosotros jugamos y cuando está en la otra parte, dormimos. Yo jugaba mientras los niños blancos dormían y dormía mientras ellos jugaban.
- ¿Con quien jugabas, mamá?
- Jugaba con los chinitos de la casa de al lado. Era una familia que tenía tres hijas. La mayor se llamaba Bao-bei, que significa bonita, la segunda, En-bao, que quiere decir más bonita, y la tercera, Sua-bao, que es más que bonita. Los chinos no usan los mismos nombre que nosotros.
Ellos querían tener un niño pero no estaban tristes porque las niñas que tenían eran muy bonitas, con unos ojos muy negros y un pelo muy liso, que su madre peinaba cada mañana.
Pasó el tiempo y nacieron tres hijas más. Ya eran seis hermanas. Crecían y comían mucho arroz. Siempre comían arroz, algunas veces yo comía con ellas y mirábamos quién terminaba primero el tazón con los palillos porque en lugar de usar tenedor y cuchillo usábamos palillos.
Después jugábamos como lo hacen todos los niños, con las muñecas y hacíamos también cometas con papeles de colores.
El padre estaba muy contento con las niñas que tenía. La madre las quería mucho pero estaba un poco triste porque quería tener un niño.
Pasaron tres años y por fin la mamá de las seis chinitas tuvo un niño.
Nos pusimos muy contentas y fuimos a buscar a su padre que estaba en la casa de baños. En China los caballeros se bañan fuera de su casa y el padre chino estaba en su bañera de piedra tomando un baño de agua caliente.
Cuando le dijeron que era un niño saltó de la bañera, se puso la túnica larga y se fue a casa.
La madre le estaba esperando, con su chaqueta de seda roja y con flores de almendro en el pelo. Estaba muy contenta.
"Lo llamaremos Yun-ger, que quiere decir valiente"
Era un chino muy guapo; vestía como su padre, con túnica y zapatos de terciopelo, no llevaba coleta pues en China también les cortan el pelo a los niños.
Nosotras lo cuidábamos y jugábamos mucho con él.


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