Los animales que buscaban el verano
Adaptación de un cuento de Natha Caputo

Hacía mucho frío. Había llegado el invierno.
El buey se aburría en su establo. Empujó la puerta con el morro y salió.
Allí fuera todo estaba blanco, lleno de nieve. El buey mientras andaba, decía en voz alta:
- ¿Dónde se habrá ido el verano?

Al otro lado del arroyo se encontró un carnero.
- ¿Dónde vas?, le preguntó el buey.
- Estoy buscando el verano, contestó el carnero.
- Yo también, dijo el buey. Vamos a buscarlo juntos, y se fueron los dos.

Más allá encontraron un cerdo.
- ¿Dónde vas?, le preguntó el carnero.
- Estoy buscando el verano, contestó el cerdo.
- Nosotros también, dijo el buey. Vamos a buscarlo juntos. Los tres lo encontraremos antes.
Y se fueron los tres por el camino.

Al otro lado del estanque encontraron una oca.
- ¿Habéis visto el verano?, gritó la oca desde lejos. Ya no queda hierba; la nieve la ha escondido.
- Ven con nosotros, dijeron el cerdo, el buey y el carnero. Nosotros también buscamos el verano. Los cuatro lo buscaremos mejor.

Al llegar cerca del bosque vieron a un gallo que estaba encima de un tronco.
- ¿Qué haces tan lejos de tu nidal?, le preguntaron. ¿Qué harán las gallinas ahora?
- Les he prometido que buscaría el verano.
- Pues ven con nosotros. Los cinco lo encontraremos antes.

Pero por más que andaban no lo encontraba.
Todo estaba helado. Todos tenían frío. Finalmente se sentaron.
La oca decía:
- Tenemos que ir hacia la derecha.
- No, decía el cerdo. Tenemos que ir hacia la izquierda.
- Tenemos que ir de cara al Sol, decía el buey.
- Tenemos que seguir la dirección del viento, decía el carnero.
Y el gallo preguntaba:
- ¿Aún está tan lejos el verano?

Desde lo alto de una rama, un cuerno les escuchaba.
- Teníais que marcharos antes, les gritó. Mirad las golondrinas. No han esperado el invierno. El verano está al otro lado de la Tierra.
- Es verdad, es verdad, decía un pájaro carpintero desde su agujero. El verano está al otro lado de la Tierra, pero volverá.

Y decidieron esperar el verano.
Siguieron el río y tal como les dijo el pájaro carpintero, encontraron una casita de madera.
- Está llena de agujeros, dijo la oveja.
- Yo los taparé con barro, dijo el cerdo.
- Y yo con musgo, dijo la oca.
- Y yo con ramitas, dijo el gallo.
- Y yo os calentaré con mi vaho, dijo el buey.
Y todos juntos se pusieron a trabajar.

Por la noche habían trabajado tanto, que la casita ya estaba arreglada. Y allí se quedaron.

El gallo decía:
- ¡Quiquiriquí, qué bien se está aquí!
Pero un lobo que rondaba por allí, oyó al gallo y se acercó.
Miró por un agujero, que el cerdo había dejado sin tapar. Y vio al gallo y la oca.
- Oh, que buena comida, pensó el lobo. Y empujó la puerta y entró.
Entonces el buey dijo a sus compañeros:
- ¿Hemos invitado al lobo a venir con nosotros?
- No, no, gritaron el gallo, la oca, el cerdo y el carnero. Ha venido porque se nos quiere comer.
Luego el buey dio una fuerte cornada al lobo y el carnero lo hizo rodar hacia fuera.

La oca silbaba, el cerdo gruñía. El gallo gritaba:
- Rompedle los dientes, rompedle los colmillos.
Y el lobo asustado huyó y nunca más se acercó a la casa.

El gallo, la oca, el carnero, el buey y el cerdo pasaron el invierno tranquilamente en la casita.

Esperaban el verano que estaba al otro lado de la Tierra.


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