Dientileche

El país de los niños

Un cuento de Olga Isabel Román

©2010

1 ¡Bienvenido al País de Dientileche!

Un globo gigante rodeado de luces que parpadeaban recibió a Fito en el País de Dientileche.

Sorprendió al niño lo que estaba escrito allí:
¡Bienvenido, Dientileche Fito!

¿Cómo sabía el globo que él se llamaba Fito?

Pero lo que ocurrió después casi lo hace caer de espaldas. ¡El globo le sonrió! Y, aunque no lo quieran creer, ¡también le habló!

- "Sigue por el camino de siete colores." - le dijo el globo con voz muy dulce y afectuosa. Y eso hizo Fito que se quedó con ganas de preguntarle cómo sabía su nombre.

De repente, esa alfombra de luces multicolores lo dejó ante un portal que se veía como la entrada a una cuevita. Allí lo recibió una hermosa y alegre chica con ropas de payaso, nariz redonda y roja, y una enorme boca sonriente con labios pintados del mismo color. Sus dientes eran blancos y brillantes como si fueran perlas de un maravilloso collar.

Pero Fito notó algo raro en ella. Su cabeza tenía forma de diente y estaba coronada por un sombrero payasesco de tres colores, rojo, amarillo y azul, que terminaba en un gran pompón blanco. Además usaba grandes anteojos y de su cuello colgaba uno de esos aparatos que el niño había visto que usaba su médico para escuchar los latidos de su corazoncito. Lo llamaban algo así como "estetoscopio".

- "¡Hola, dientileche Fito! Soy tu amiga Endotelina." - le dijo ella mientras se movía graciosamente.

Fito la miró con curiosidad. Había algo que no comprendía.

- "¿Eres una payasa o eres una médica?" - se animó tímidamente a preguntarle.

Ella le aclaró su duda.

- "Ambas cosas. Soy una Payamédica, y tu sonrisa es mi fortaleza."


2 ¿Qué son los Payamédicos?

- "¿Te puedo llamar 'Paya'?"

- "¡Por supuesto, Fito! Así me llaman todos los niños." - le aclaró ella.

- "¿Y qué hacen los Payamédicos?" - quiso saber.

Ella puso su mano sobre el hombro de Fito para inspirarle confianza.

- "Somos un grupo de amigos con corazón de médico y alma de payaso. Además de curar a nuestros pacientes grandes y pequeños que están internados en los hospitales les alegramos la vida con juegos y canciones. Porque eso también ayuda a que sanen más rápidamente. La alegría, Fito, es medicina para el espíritu.", le aseguró su nueva amiga Payamédica.

- "Paya ... ¿te puedo hacer otra pregunta?" - se animó a consultar el niño, ahora más tranquilo y relajado. - "¿Cómo sabe el globo mi nombre? ¿Y por qué tú también lo sabías? ¿Por qué tu cabeza tiene esa forma? ..."

Mientras el dientileche la llenaba de preguntas, la doctora sonrió divertida.

- "Bueno, bueno ... contestaré todo pero de a poco, Fito. Tanto el globo como yo sabemos tu nombre porque en este país sabemos el nombre de cada niño que viene de visita cuando se le cae uno de sus dientecitos. Recuerda que el Ratón Pérez ya lo visitó y lo conoce bien. Y como a ti, le dejó una cajita mágica de porcelana blanca con forma de dientecito llena de sonrisas brillantes y esa nota sobre fino papel de queso que es como un pasaje para realizar una excursión a este País de Dientileche."

El niño comenzaba a comprender más sobre esto que le estaba sucediendo. La doctora Endotelina continuó explicando.

- "Vas a pasar unas horas con nosotros y luego retornarás a tu casita con los que te quieren, para seguir yendo a la escuela y jugando con tus amiguitos. Pero podrás volver aquí cuando caiga tu próximo dientecito de leche." - le aclaró para tranquilizarlo.

- "¿Y tu cabeza?", dijo Fito para reclamar una de sus preguntas no respondida.

- "Tiene forma de esos dientecitos delanteros que llamas 'paletas' pero que en realidad se conocen como 'incisivos'. Excepto el Ratón Pérez y los niños visitantes, los demás tenemos cabeza con forma de dientecito o de muelita. Ya verás."

- "Bueno, Paya, está bien.", se conformó Fito, pero agregó con tono de niño caprichoso - "Pero ¿dónde está el Ratón Pérez? ¡Quiero verlo y que me lo explique él! ¡Ufa!", finalizó reclamando.


3 Cuando Fito conoció a Pérez

- "¿Alguien me llama?" - se escuchó una dulce voz que parecía venir de todos lados a la vez porque el eco la devolvía sin que se supiera cuál era su origen.

- "¡Pérez! ¿Eres tú? ¡Aquí! ¡Aquí! ¡Fito...! ¡Llegué siguiendo todas las indicaciones que me diste ...! ¡Hasta la cajita mágica y blanca traje ...! ¡Ésa con forma de diente que está llena de sonrisas que guardé muy cuidadosamente para traerlas conmigo ...! ¿Dónde estás, Pérez, no te veo!" - Fito estaba al límite de su emoción. Oír la voz de su personaje favorito le anunciaba que muy pronto lo conocería como había soñado tantas veces.

- "¡Aquí, aquí, Fito! ¡En el Parque de Diversiones!" - respondió el Ratón. - "¡Ven! ¡Te esperamos!"

Rápidamente la Payamédica desapareció y regresó arrastrando un nuevo portal con forma de Arco Iris algo más pequeño que el de la entrada y que mostraba un colorido cartel rodeado por luces brillantes invitando:
"Bienvenido al Parque de Diversiones de Dientileche"

- "¡In...cre...í...ble...!" - gritó Fito.

Ante él pudo ver todo un Parque de Diversiones construido con dientecitos, muelitas,...

- "¡Qué hermoso!. Nunca imaginé que existiera un país así!"

- "¡Ven, Fito!" - le dijo el Ratón mientras se acercaba al pequeño Arco Iris para dar la bienvenida al deslumbrado niño. Y así, por primera vez, éste pudo verlo cara a cara.

- "¡Eres tal como me leyó muchas veces mi papi en un cuento!" - le confesó Fito. - "Lo recuerdo perfectamente: un ratón muy pequeño, con sombrero de paja, lentes de oro, zapatos de lienzo crudo y una cartera roja cruzada a su espalda. ¡Qué feliz estoy por conocerte en persona!"

- "También yo por recibirte en Dientileche." - expresó el Ratón Pérez con una dulce voz ratonesca. - "Te estábamos esperando".

Ya Fito había llegado junto a él. Pérez se inclinó mientras el niño se ponía en puntas de pie y así un afectuoso beso en su mejilla selló la bienvenida.

Luego el Ratón puso su mano en el hombro de Fito y comenzaron a caminar juntos por el Parque, manteniendo al mismo tiempo una conversación que se haría inolvidable quizá para ambos.


4 El primer diálogo entre amigos

-"¿Has visto a la Payamédica?" - le preguntó el Ratón Pérez.

El pequeño abrió unos ojos enormes en los que se veían muchas dudas.

- "¡Sí, Pérez, sí! ¿Por qué?" - se preocupó Fito pensando que quizá no había cumplido alguno de los pasos necesarios.

Su nuevo amigo lo tranquilizó.

- "Entonces subamos y juguemos juntos en esa hermosa Rueda de la Vuelta al Mundo" - dijo el Ratón mientras señalaba algo.

Fito miró hacia ese lugar. Fue como descubrir de pronto un espectáculo sorprendente. Estaba deslumbrado. Sus ojos no alcanzaban a ver tantas maravillas al mismo tiempo.

No sabía si hablar con el Ratón Pérez, si mirar hacia arriba, si mirar hacia abajo, si mirar hacia el centro. Todo en Dientileche era mágico.

Decidió posar su mirada sobre un gran grupo de hombres y mujeres vestidos como la doctora Endotelina.

- "¡Son Payamédicos!" - dijo Fito que ahora podía reconocerlos por sus coloridos trajes de payaso, sus cabezas con forma de dientes y los estetoscopios colgando de sus cuellos. Lo sorprendió la cantidad de niños que los rodeaban, muchos de ellos conocidos por él: los hermanitos Manu y Camila, el otro Manu, Sofi, Abril 'la chaparrita', Bryan, Juani, Ian, Taiel, Jazmín, Valentín, Sabri, Francisco, Mía, Augusto, Morena,... y muchos más.

¿No era que Sofi estaba desaparecida y todos la buscaban? Pues aquí estaba, jugando con otros niños. ¿Y no eran algunos de ellos los que no podían ni moverse por alguna malita enfermedad que los aquejaba? Fito miraba cómo Manu, corría de un lado a otro persiguiendo a su hermana Camila que no se dejaba alcanzar. Y así todos disfrutaban del mágico lugar.

- "¿Por qué, Pérez, aquí los niños están todos bien y felices?".

- "Sigue mirando a los Payamédicos. Fíjate. ¿Ves que forman una doble fila con sus manos en alto entrelazadas? Así crean el túnel por el que pasan todos los dientileches, dejando caer sobre ellos ese baño de luces de siete colores que les da salud y felicidad."

Fito no sabía bien qué pasaba. Los niños salían corriendo muy alegres de ese túnel mágico. ¡Qué lindo era verlos así!


5 El Ratón Pérez revela un misterio

- "Mi querido amiguito. Eso que ves es la magia que le colocamos aquí a cada niño. La luz viene del luminoso infinito, mezclada con los rayitos del sol y de tantas otras estrellas que parecen titilar."

Fito lo escuchaba con toda su atención y mirando hacia arriba pues ahora sabía cuál era una de las fuentes de donde provenían las maravillas del lugar.

- "Como ves, los niños son felices aquí. Corren, juegan, disfrutan. En el País de Dientileche no existen enfermedades, dolor, tristeza, hambre, pobreza ni niños desaparecidos como ya hay demasiados en tu planeta Tierra."

- "¿Por eso ahora los Manu y otros nenes que no podían jugar felices, lo hacen aquí?" - acotó Fito al tiempo que guiñaba un ojo al Ratón con aire de complicidad haciéndose ver como un niño más grande que había comprendido todo ese secreto.

- "Así es, mi pequeño dientileche." - asintió Pérez comenzando a caminar lentamente hacia otro sector del Parque seguido de cerca por su preguntón compañero, curioso como todo niño.

Llegaron juntos a la Rueda de la Vuelta al Mundo. Era enorme y rarísima. No había caños de hierro como en otras que había conocido por fotografías sino que aquí eran hilos dentales trenzados y parecían muy fuertes. Los asientos estaban hechos con forma de dientecitos y muelitas blancos y brillantes. Esas barras que tenían para sujetarse eran tubos rellenos con pasta dental de diferentes gustos. Y los rayos que hacían girar la Rueda eran largos cepillos dentales de colores muy diversos.

Al momento de subir a ella, queriendo compartir su emoción, Fito comenzó a dar gritos llamando a sus amiguitos.

- "¡Suban! ¡Suban, chicos!" - Y luego, dándose vuelta hacia el Ratón, lo abrazó con afecto y agradecimiento. - "¡Ay, Pérez! ¡Qué feliz estoy! ¡Y no sólo por mí sino también por mis amiguitos!". Ocuparon sus asientos y se colocaron el tubo de dentífrico cuya función ya conocemos. Pero el Ratón le señaló algo que colgaba a su lado. Era un hilo dental que actuaba como cinturón de seguridad porque nadie debía allí sufrir ningún accidente. Fito se lo ajustó como hacía siempre en el automóvil de la familia.

Paso a paso, de a dos por línea, todos los niños fueron subiendo a la Rueda, sentándose y asegurándose hasta que todos los lugares fueron ocupados. Pero el enorme juego no comenzaba a girar como esperaban. Fito recordó que en otros parques había que pagar boleto y esperó que alguien viniera a cobrarles. Pero, ¿quién?


6 El vendedor de boletos

La Rueda de la Vuelta al Mundo cargada de niños y con el Ratón Pérez también a bordo estaba muy quieta. Fito, en cambio, tan inquieto como sus amiguitos. Miró a su ratonesco compañero de asiento y le preguntó: - "¿Cómo haremos para pagar el boleto para que la rueda comience a girar?"

El Ratón le sonrió mientras decía, al tiempo que se liberaba de sus elementos de seguridad y se ponía de pie: - "En primer lugar, tú y todos los otros pasajeros deberán sonreír para que yo pueda ver las hermosas ventanitas que quedaron cuando su dientecito cayó. Ese dientecito que ahora forma parte del País de Dientileche." - Golpeando sus manos dijo a través de un aparato que lo intercomunicaba con todos los asientos: - "¡A ver, niños! ¡Muéstrenme la ventanita en su boca! ¡A la una, a las dos y ... a las ... tres!"

Y todos juntos le brindaron su mejor sonrisa. Luego Pérez volvió a sentarse y asegurarse mientras Fito lo miraba para tratar de descubrir qué era lo que aún faltaba para comenzar la Rueda a girar. Si el Ratón había dicho antes "en primer lugar" era porque habría algo "en segundo lugar".

- "¡Alto, alto" - se escuchó a lo lejos. - "¡No me han pagado la vuelta para la Rueda!"

Todos los niños miraron asombrados hacia el lugar desde donde provenía la voz. Vieron que venía acercándose un viejecito, con bastón en mano, caminando lentamente. ¿Quién sería?

Cuando estuvo cerca, pudieron notar que traía anteojos y su cabeza tenía forma de gran muela cariada en su lado derecho. ¿Por qué necesitaba un bastón si aquí no existía ninguna enfermedad? ¿Y por qué su cabeza no era una muela blanca y brillante como una perla?

- "¡Niños! ¡Paguen!" - dijo el Ratón por el intercomunicador. Todos se miraron asombrados pues ninguno tenía ni una moneda. Entonces, asumiendo la representación del grupo, Fito dijo: - "Querido Ratón Pérez. Con toda nuestra tristeza te debemos informar que nos bajaremos de la Rueda ya que ninguno de nosotros ha traído dinero."

- "¿Qué" - les aclaró Pérez riéndose mucho, mucho mientras se tomaba la panza con una mano y el sombrero con la otra.
- "Les dejé escrito en mi nota en papel de queso dejada bajo su almohada que al venir no olvidaran su cajita mágica de porcelana blanca con forma de dientecito porque iba a serles muy útil en el País de Dientileche."

- "¡Síiii!" - gritaron todos los niños al unísono a través del micrófono junto a su asiento.

- "Bueno" - les respondió el Ratón. - "Todos deben haber curioseado y entonces ya saben que la cajita está llena de sonrisas felices, titilantes cual lucecitas de navidad y capaces de volar. Ahora sabrán para qué sirven esas sonrisas en el País de Dientileche."


7 Fito obtiene respuestas

Acomodándose para dar una explicación a Fito y a los demás niños montados en la Rueda de la Vuelta al Mundo, y haciendo una seña al anciano para pedirle que esperara un poco antes de cobrar, el Ratón Pérez comenzó su pequeño discurso:
- "Queridos niños: aquí en el País de Dientileche todos los niños son iguales, y por lo tanto todos tienen que pagar sus juegos, diversiones, y lo que quieran disfrutar. Pero aquí todo es mágico, sólo aceptamos sonrisas brillantes como pago. No existe el dinero."

Fito, los Manu, Bryan, Camila, Abril ... todos, se largaron a reír. Podían seguir jugando junto al Ratón y a sus amigos pues ninguno de ellos había olvidado en su casa la cajita de porcelana blanca llena de sonrisas. Llaman la atención del viejecito y, cada uno desde su asiento en la Rueda, le envía el valor de su boleto, es decir, una mágica sonrisa brillante y voladora.

Cuando la Rueda comienza a girar, todos saludan felices al que ahora saben que será el cobrador de los juegos del Parque. Pero a Fito le quedaban dudas acerca del bastón y de la caries del anciano, y nuestro amiguito no soportaba nunca que no le aclararan algo. Aunque ahora ya creía comenzar a comprender no solamente estas pequeñas cuestiones sino la principal que buscaba desde hacía mucho:

¿Qué hace el Ratón Pérez con los dientecitos de todos los niños del mundo?

- "Entonces ya tengo la respuesta a la gran pregunta. Los coleccionas para construir el País de Dientileche." - dijo al Ratón, a lo que éste replicó sonriendo: - "Exacto, amiguito, exacto."

Fito, deslumbrado y con una sonrisa de oreja a oreja por descubrir el secreto, continuó diciendo: - "Y por eso vemos que hay personas como este viejecito con cabeza de muela careada, y como los Payamédicos ..." - agregó exaltado mientas Pérez continuaba asintiendo con la cabeza y los otros niños gritaban: - "¡Bien, Fito, bien!"

El Ratón Pérez completó su relato. - "Chicos, hay dientes y muelas de todas la generaciones: de sus papás, de sus abuelos, de sus bisabuelos, ... Aunque ustedes no lo crean, las personas grandes fueron alguna vez dientileches como ustedes. Y antes no sabían cuidarse como ustedes ahora: no se cepillaban los dientes varias veces al día, comían muchos dulces y poca fruta, no visitaban con frecuencia a su odontólogo amigo ... Y no solamente se cariaban sus dientes sino además esto les provocaba otras enfermedades. Por eso encontrarán aquí no sólo dientecitos de los niños sanos sino también de los que ya no son niños y de los que no fueron tan sanos. El País de Dientileche está siendo construido con todos los dientecitos de los niños del mundo, de ayer, de hoy y de mañana.

Los niños exclaman a coro: - "¡Gracias, Pérez, te queremos! ¿Podemos seguir con la visita? ¡Esto está genial!"

Fin de la segunda parte

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