El Gato con Botas
Adaptación del cuento de Perrault

Un molinero tenía tres hijos, un molino, un asno y un gato.
El molinero murió, y al hijo mayor le dio el molino, al hijo mediano, el asno y al hijo pequeño le dio el gato.
El hijo pequeño decía:
- ¿De qué me servirá el gato?
El gato entendió a su amo y le dijo:
- No estés triste; si me das un saco y me compras un par de botas, verás cómo estarás contento de mí.

Cuando el gato tuvo las botas y el saco y el saco fue a un campo donde había muchos conejos. Puso salvado dentro del saco y se tendió en el suelo como si estuviera muerto.
Un conejo salió de su madriguera, se acercó al saco y se metió dentro para comer el salvado.
El gato tiró de los cordones del saco y encerró dentro al conejo.

Muy contento, el Gato con Botas fue al palacio del rey.
- Majestad, aquí tiene un conejo que mi señor, el Marqués de Carabás, os regala.
El gato engañó al rey diciéndole que su amo era el marqués de Carabás.

Otro día, el gato se escondió en un campo de trigo. A su lado puso el saco abierto.
Al poco rato dos perdices se metieron dentro. Tiró de los cordones y las encerró.

Muy contento, fue al palacio del Rey.
- Majestad, aquí tiene dos perdices que mi señor, el Marqués de Carabás, os regala.

El gato continuó así durante varios meses.

Un día, el Gato con Botas supo que el rey iría a pasear con su hija por las orillas del río.
Fue corriendo a ver a su amo y le dijo:
- Si haces todo lo que te diré, te harás rico. Tienes que bañarte en el río.
Mientras se bañaba pasó el rey.
El gato, desde el camino, gritó:
- ¡Socorro!, el Marqués de Carabás se ahoga ...

El rey sacó la cabeza por la ventanilla de la carroza y reconoció al gato.
- ¡Rápido! ¡Guardias! ¡Salvad al marqués!
Entretanto el gato dijo al rey:
- Majestad, unos bandidos han robado el vestido de mi amo.
El pícaro los había escondido debajo de una gran piedra.
El rey ordenó que trajeran uno de sus vestidos.

Con el vestido del rey, el joven estaba guapo y elegante. La princesa lo saludó y el marqués, sólo al verla, se enamoró de ella.
- Venid a pasear con nosotros, dijo el rey al marqués.
Y éste montó en la carroza.
- ¡Esto va bien!, pensó el gato. Y se adelantó por el camino.

Al poco rato encontró a unos segadores. Les dijo con voz feroz:
- Enseguida pasará el rey por aquí. Si no le decís que estos campos son del Marqués de Carabás, os haré picadillo.
Al pasar el rey preguntó a los segadores:
- ¿De quién son estos hermosos campos de trigo?
- Del marqués de Carabás, respondieron.

El gato, que iba delante de la carroza, decía lo mismo a todos los que encontraba.
Y el rey creyó que el marqués tenía muchas tierras.

Por fin, el Gato con Botas llegó al castillo de un ogro muy rico.
Todas las tierras por donde habían pasado eran suyas.
El gato fue a verle y le dijo:
- Me han asegurado que puedes convertirte en animal; pero yo no me lo creo.
- Para que lo veas, voy a convertirme en león.
Al ver al león, el gato se encaramó al tejado.
Cuando el ogro recuperó su forma humana, bajó del tejado y dijo:
- También me han dicho que puedes convertirte en un animal pequeño, como un ratón. Pero yo no lo creo.
Y furioso, el ogro se convirtió en un ratoncito.
El gato se le echó encima y se lo comió.

Mientras, el rey pasaba por delante del castillo.
El gato, al oír el tric-trac de la carroza, salió corriendo y dijo:
- Majestad, sed bienvenido al castillo del marqués de Carabás.
Bajaron de la carroza, subieron las escaleras y entraron en el comedor.

Allí había preparada una magnífica comida.
A los postres el rey dijo:
- Marqués, estaré muy contento si os casáis con mi hija.

Y como el marqués y la princesa lo deseaban, se casaron aquel mismo día.

A partir de aquel momento, el Gato con Botas sólo cazaba ratones para divertirse.


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